Vistas de página en total

lunes, 1 de diciembre de 2014

BAJO LA NIEBLA DE LONDRES

Ya se ha publicado mi segunda novela de misterio titulada: "Bajo la niebla de Londres". Ahora, aparte de los fragmentos que podéis leer en este blog, ya está disponible tanto en libro impreso como en ebook.

Esta es la segunda parte de la novela titulada: "Cuando cae la oscuridad sobre Londres", aunque ambas novelas se pueden leer de forma independiente.

La sinopsis es la siguiente: "Una organización secreta, cuyos miembros pertenecen a una poderosa élite política y financiera planea provocar la III Guerra Mundial. La CIA, colaboración con la NSA, y el MI6, deberá desenmascarar y evitar que consigan su objetivo. Paralelamente, un peligroso asesino en serie consigue escapar de la prisión en la que está recluido. Scotland Yard no logra dar con su paradero, y periódicamente, el temible asesino se interna por algunas callejuelas de Londres, para cometer sus terribles crímenes. La fiscal que consiguió ingresarlo en la cárcel no se siente segura y decide pedir protección policial."

lunes, 7 de abril de 2014

Un extraño encuentro

   
  El multimillonario sudafricano se preguntaba, mientras paseaba fumando tranquilamente un cigarrillo cerca del Puente de la Torre de Londres, quién sería el infiltrado. Tras pensar unos minutos, se reconoció a sí mismo, que no tenía ni la menor idea. Los cuatro hombres que le daban su apoyo y le prestaban sus ideas, habían sido estudiados concienzudamente por sus espías a sueldo. Éstos le habían dado sus aprobación, y él, por su parte, nunca había dudado de ellos. Hasta ahora.

     Se preguntó a sí mismo qué hacer, ¿qué opciones tenía? Tal vez encargar que los liquidasen a los cuatro... no, eso despertaría demasiadas sospechas entre el resto de los socios de su organización. Ellos eran hombres importantes e influyentes en sus países de origen. No, definitivamente no podía encargar que los matasen.

     Tal vez debería cambiar a los miembros del Consejo; pero eso tampoco era fácil, ¿qué alegaría para tomar una decisión tan drástica? No podía confesar la verdad: que había un traidor entre ellos. Eso los hubiera puesto en alerta y hubiese precipitado las cosas.

     Desde luego que no era una decisión fácil. Lo más prudente era continuar en paradero desconocido y seguir trabajando en solitario.

     Corría el mes de julio de 2013 y eran las doce y media de la noche de un jueves. A pesar de la hora hacía calor; pero a orillas del Támesis refrescaba un poco. Lo malo era el hedor que sus turbias aguas desprendían a veces, sobre todo en verano. 
     
     Bryan observó de pronto la figura de una mujer alta espigada que se dirigía titubeante a la barandilla que bordeaba el río. La mujer era rubia y tenía la piel muy clara. La típica inglesa, -pensó Bryan -La mujer, una joven delgada que aparentaba treinta y dos o treinta y tres años, caminaba lentamente en dirección al Támesis, y a unos diez o doce metros por delante de Gibson.


     Parecía no haber reparado en la presencia de él. Caminaba bamboleándose ligeramente con pasos inseguros, como si estuviera borracha o drogada. Iba vestida con una vistosa y llamativa falda blanca estampada con rosas rojas por encima de las rodillas, y una camiseta de tirantes de color azul celeste, ajustada, que marcaba sus pechos juveniles de mediano tamaño.

     Bryan se paró y se quedó mirándola, intrigado por lo que hacía la chica, sola, y a tales horas de la noche en un día laborable.

     La joven llegó a la barandilla y apoyó sus brazos en ella, mirando con tristeza a través de sus grandes ojos azules las agitadas, turbulentas y oscuras aguas del Támesis. De repente, hizo fuerza con sus brazos y se irguió sobre la barandilla. Eso fue todo lo que Bryan necesitó para entrar en acción. Tiró la colilla de su cigarrillo y corrió rápidamente para superar los pocos metros que los separaban. Acudió justo a tiempo, la cogió por la breve cintura, antes de que la bella desconocida pasase todo su joven y escultural cuerpo por encima de la barandilla.

     -¿Qué hace usted, señorita? -Le preguntó Gibson cuando la bajó de la barandilla, que servía de muralla protectora a los viandantes que caminaban por la ladera este del Támesis.

     -Nada...déjeme. -Dijo la bella joven mirándolo con sus tristes ojazos azules.

     Bryan notó el cálido aliento de la chica que olía levemente a tabaco y a whisky, pero no le pareció desagradable.

     -No voy a dejar que se suicide tirándose al río. -Le contestó con firmeza, sin soltarla.

     -¿Y porqué no? ¿A usted qué le importa? No me conoce de nada. -Le contestó ella con una sonrisa triste en sus labios carnosos y bien definidos por el pintalabios de color rojo que usaba.

     -¿Cómo se llama?

     -Gwen.

     -Muy bien, Gwen. Yo me llamo Bryan. Sean cuales sean sus problemas, el suicidio no es la mejor forma de resolverlos.

     -¿Y usted qué sabe? Hace una semana me despidieron de la boutique en la que trabajaba por discutir con una clienta, y esta noche mi novio me ha dejado después de cinco años de relaciones, ¿le parece poco? -Le preguntó ella, airada. -Mi vida es una basura sin sentido alguno. -Añadió con voz melancólica y casi en un susurro.

     

   





jueves, 13 de febrero de 2014

PEQUEÑO FRAGMENTO DE LA NOVELA

     Muy lejos parecían haber quedado los recientes problemas y amarguras que había sufrido con la detención de Bryan Gibson en Londres. Cuando hizo su entrada en Culver City, su lugar de nacimiento, y en el que había pasado su niñez, su adolescencia, y buena parte de su juventud, fue como si hubiese retrocedido veinte años en el tiempo de un solo golpe. Su madre aún la trataba como si fuera una quinceañera malcriada y respondona, y sus amigas no habían contribuido, precisamente, a que la realidad y el paso de los años y sus múltiples experiencias laborales y personales, hubieran cambiado su personalidad.

     Brett y Susan se acercaron al animado y sonriente trío de amigas. Gwen no pudo evitar pensar que Susan tenía cierto parecido con ella, como si fueran primas o parientes lejanas.






miércoles, 1 de enero de 2014

Introducción

     Aquella misma noche de Halloween, una pandilla de jóvenes adolescentes compuesta por tres chicos, y dos chicas, paseaban ebrios de alcohol, fumando porros, y celebrando su vitalidad, su libertad y su juventud, cerca del cementerio de Highate. Curiosamente, las puertas permanecían abiertas de par en par, como invitándoles a entrar en el sombrío y neblinoso recinto del camposanto. No era normal que las puertas estuvieran abiertas a aquellas horas, alguien las habría forzado, o tal vez alguien se había olvidado de cerrarlas.

     Los jóvenes, entre risas y bromas tontas, se decidieron a entrar para culminar su noche de juerga y desenfreno. Alguno dijo que él era capaz de hacer el amor entre las tumbas. Todos rieron su macabra broma.


     -¡Eh, chicos! Me parece que he visto algo moverse entre las tumbas, por allí. -Dijo una de las chicas, señalando a su izquierda.


     -¡Habrá sido un gato! -Le contestó uno de los chicos, riendo.


     -¡O un vampiro! -Dijo otro, después de darle una calada a su porro. -Después se rió de forma convulsiva, casi como si tuviera un ataque de epilepsia.


     -Mirad chicos, parece que hay algo, o alguien, encima de esa tumba.- Dijo la otra chica, una bella joven de dieciséis años, rubia y con angelicales ojos azules, por la que suspiraban en secreto dos de los chicos de la pandilla, y también algunos otros del instituto en el que estudiaban.


     Todos se callaron de repente, intrigados y asustados al mismo tiempo. La posibilidad de hacer el ridículo, y quedar como cobardes ante sus amigos, fue lo único que les impidió salir corriendo del  cementerio en dirección a sus casas respectivas.


     Se acercaron lo que vieron les dejó completamente aterrorizados. Bloqueados y sin habla. Sobre una tumba yacía el cadáver de una mujer de mediada edad, pelirroja, y con la cabeza casi separada del cuerpo. Asimismo, una de las piernas, y también uno de los brazos, aparecían cortados, desgajados del cuerpo. su cuerpo parecía haber sido cortado por un hacha, o tal vez por una sierra mecánica. Un gran charco de sangre resbalaba y se deslizaba encima de la tumba.


     Una de las chicas cayó al suelo desmayada, y casi se golpea la cabeza con una de las tumbas. La otra gritó y gritó como una posesa, presa del pánico. Sus amigos se apresuraron a calmarla, y a levantar a su amiga del suelo y reanimarla moviéndole ligeramente la cabeza, y dándole palmaditas en la cara. Otro de los chicos sacó su móvil para llamar a Scotland Yard.


     








domingo, 29 de diciembre de 2013

Bajo la niebla de Londres

Bajo la niebla de Londres
se oculta un extraño ser
aunque parece un hombre;
no lo es, no lo puede ser

Pues no ha habido antes
tanta ira y tanta maldad
ni podrá haberlas después
rondando en la oscuridad


     Era la noche de Halloween. La luna llena iluminaba la fría y húmeda noche en Londres; pero sus rayos de luz apenas lograban atravesar la espesa niebla. Era imposible ver nada a más de dos metros.

     Era una noche fantasmal, en la que todo parecía extraño y oscuro, como de otro mundo. El mundo de los muertos. La noche en que los difuntos salen de sus tumbas para atacar y devorar a los vivos.

     La espesa niebla lo cubría todo, lo impregnaba todo, y lo hacía irreal, como en un sueño terrorífico. Un hombre, o mejor dicho, una bestia sanguinaria, caminaba lentamente por las calles mojadas. Un cazador en busca de nuevas presas, se alejaba sin prisa de su víctima llevándose un siniestro y macabro trofeo. Vestido con un viejo y raído chaquetón de color marrón oscuro, y envuelta su cara por una bufanda negra que sólo dejaba ver sus ojos. Ojos saltones de mirada extraña, de un azul desvaído y frío, su sola mirada helaba la sangre, mientras una sonrisa sardónica se ocultaba tras la bufanda negra.

     Con su macabro trofeo en la mano, no pudo reprimir una risa enloquecida, cínica y burlona, que resonó por las calles adyacentes en aquella noche de pesadilla.


     Eran las tres y media de la madrugada, una joven pareja salía de una discoteca de moda, medio borrachos y hablando alegremente. Apenas veían más allá de sus narices. Reían y hablaban sin parar de la diversión que les estaba deparando la larga noche.


     De pronto, la chica tropezó con algo, se tambaleó y estuvo a punto de caer al suelo. El chico la cogió justo un instante antes de que cayera.



     -¿Qué es esto? ¿Con qué he tropezado? -Preguntó, hablando torpemente a causa del alcohol ingerido.

     Ambos se agacharon, y lo que vieron los dejó aterrorizados. El cadáver de una bella joven, morena y semidesnuda estaba a sus pies.


     -¡Oh, Dios míos, está muerta, Peter! ¡Alguien la ha asesinado!


     El joven no contestó, la abrazó para calmarla, y luego sacó un teléfono móvil ultraplano del bolsillo interior de su cazadora de cuero negro, y llamó a la policía.